Hablando del placer que produce ese sonido terroso característico del vinilo, imagina hacia dónde se dirige el futuro de este formato. Dani Pernas nos explica todos los factores que intervienen en el proceso de producción de un vinilo y cómo se las arregla la tecnología para ofrecernos siempre una mejor calidad.
Texto y fotografías por: Daniel Pernas Gorostiaga.En la anterior entrega habíamos hablado del vinilo y de cómo la cápsula y la aguja son capaces de interpretar la información grabada en los surcos de un LP. Comentábamos que dichos surcos contienen la información en analógico, que el brazo del tocadiscos va haciendo que la aguja recorra el surco y que el movimiento de ésta sea transformado por la cápsula en voltaje, y ¡voalá! ¡ya tenemos nuestro audio!
Sin embargo la cosa no se queda aquí. Esta forma de lectura ocasiona que el brazo del tocadiscos, al ir reproduciendo e ir acercándose cada vez más al centro del disco, vaya cambiando su ángulo, y por tanto el ángulo que toma la aguja sobre el surco, lo cual ocasionará un error de lectura llamado error tangencial, que se traduce en un sonido más distorsionado. La parte más cercana al centro en un vinilo suena peor.
Existen brazos que se desplazan tangencialmente sobre el plato, evitando dicho error en la lectura e imitando la dirección que se ha seguido en el proceso de grabación del disco, aunque son de un precio bastante más elevado que los brazos estándar.
Y en cuanto a la velocidad de reproducción… ¿Qué diferencia hay entre 45 rpm y 331/3? Pues que a 45 rpm, sencillamente suena mejor. La aguja recorre más surco en un segundo y por lo tanto puede leer más información, el sonido mejora, e incluso la distorsión que ocurre, según nos movemos, “adentro” en el vinilo es menor. Lo malo es que, al ir a mayor velocidad, cabe menos información, y para un LP tendremos que planchar normalmente la info en 2 vinilos. Esto encarece el precio, pero volvemos a tener una ventaja, ya que al tener 4 caras en lugar de dos, no estamos obligados a poner tanta información en la parte interna del disco.
Por otra parte, un disco, además de haber sido grabado a una velocidad u otra, posee un gramaje. Muchos habréis visto discos de 100, 150, 180 o 200 gramos. Mas allá de lo obvio en cuanto a que unos son más gruesos que otros, hay un por qué y una relación directa con la calidad. La profundidad del surco va ligada a la amplitud de la onda representada, y por tanto a mayor profundidad de surco, mejor calidad. Esto explica por qué los vinilos de mayor gramaje (180 gramos o más) reproducen mejor los graves y poseen más dinámica y profundidad ya que se han podido grabar mejor al poder hacer surcos más profundos.
Es por aquí por donde van orientadas las nuevas ediciones de lujo, o reediciones de LP´s. Un gramaje mayor, y generalmente a 45 rpm. Aún así, un factor clave en el sonido final es el mastering (con un proceso totalmente distinto en un LP que en un CD) y el prensado del disco. Puede incluso ocurrir que reediciones de supuesta mayor “calidad”, con mayor gramaje y remasterizadas, suenen peor que el original.
En el mastering de vinilo hay que tener en cuenta que el propio soporte es más sensible y débil que otros medios. En el proceso de masterizado hay que tener cuidado con las señales de baja frecuencia fuera de fase, o con el ancho del surco a trazar, entre otras cosas.
A la hora de la verdad hay dos problemas básicos: el ruido de superficie o granular (un ruido de alta frecuencia debido al proceso de manufactura y al material usado para ello) y la sobremodulación (un corte demasiado profundo con respecto al gramaje usado hará que esté demasiado cerca de la otra cara, o demasiado cerca del siguiente surco). Para resolver esto se usa una curva de ecualización llamada RIAA Standard, que incrementa las altas frecuencias y atenúa las bajas durante la grabación, pero que es aplicada a la inversa en la reproducción.
Pero sobretodo es importante como se “corta” el surco (si más o menos profundo), con las consecuencias que sabemos que tendrá esto. El ingeniero decidirá una anchura fija para el corte, a no ser que se use el llamado Variable Pitch Cutting, donde la anchura del surco irá variando según lo precise la amplitud de la onda en cada momento.
Otro proceso en mastering y que se usa en ciertos discos es el llamado half speed master, en el que la fuente de sonido a grabar se reproduce a la mitad de la velocidad, y el corte se va haciendo también a la mitad de la velocidad de reproducción. Así la cabeza de corte dispone del doble de tiempo para cortar el surco, obteniendo más precisión en el proceso. A la hora de reproducir el audio a velocidad normal todo sonará a la velocidad correcta, pero habrá sido grabado con mejor calidad.
Así que cuando veamos que un disco ha sido reeditado y remasterizado, hay que prestar atención a como ha sido dicho mastering. Y no nos engañemos, muchas veces ese remasterizado, sobretodo de discos antiguos, peca de comprimir y elevar más la señal para que todo suene más potente, y no siempre con un resultado satisfactorio.
Por otra parte, el usuario ha de calibrar correctamente el reproductor si es que desea resultados óptimos, ajustando la posición del plato, el ángulo del brazo, el de la aguja, la fuerza de apoyo de esta o el anti-skating (que compensa la fuerza lateral que sufre el brazo del tocadiscos).
Llegados a este punto, donde tenemos una visión bastante clara del funcionamiento del vinilo y de los procesos para obtener un audio de calidad, muchos pensareis que todo es más fácil para el usuario en el audio digital, y puede que no os falte razón. La elección de la cápsula y de la aguja, el desgaste de esta y el del propio vinilo, la distorsión que produce la lectura del brazo, la vida útil y la fragilidad del soporte y la calibración correcta del plato y el brazo ….todo parecen datos negativos. Y no penséis que los aficionados al vinilo no los conocen, todo lo contrario, los conocen de sobra, pero el resultado final les compensa.
Porque, además de un audio de calidad analógica, de un sonido descrito por muchos como más “cálido” o “profundo”, está el romanticismo y atractivo del formato y de un artwork a gran tamaño, y el ritual y cuidado que requieren las cosas que merecen la pena.
Si a mi me preguntasen, claramente me decanto por el vinilo, sin dudarlo lo más mínimo. De hecho, en cuanto acabe estas lineas, voy a ir directo hacia el tocadiscos a pinchar “Spin the black circle” de Pearl Jam. Y es que no se me ocurre un tema más apropiado.
Daniel Pernas es Ingeniero de Telecomunicación y profesor de Audio Engineering en SAE Institute Barcelona. Como técnico de sonido, trabaja tanto en estudio como en directo. Es miembro fundador y técnico en los estudios La Masia Music Lab de Barcelona (www.lamasiamusiclab.com), en el ámbito de directo trabaja en distintas salas y como técnico oficial de monitores de la banda de pop electrónico Dorian, con los que ha realizado giras por España, Francia, Argentina o México.