Todo el universo puede caber en un pequeño y escondido lugar… Dentro de la serie de películas latinoamericanas, le toca el turno a Paraguay, un país discreto lleno de historias impresionantes que, si bien para algunos pueden valer por la vida entera. 7 cajas nos regala una historia de acción dentro de la vida cotidiana, que no te dejará pestañear.
Por: Natalia Gil
Película: “7 cajas”
Directores: Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori
País: Paraguay
Año: 2013
Duración: 105 min
Género: Acción
Pensar en un país extranjero siempre es complejo, tenemos un vago conocimiento colectivo de los espacios geográficos, nuestro mundo gira desde nuestra propia realidad que se codifica con lo que vemos ante nuestros ojos, nada más, en nuestra cotidianidad nunca imaginamos como se vivirá en lugares como Mongolia o Tanzania, por dar un ejemplo, cada país ya sea grande o pequeño posee una sinergia que se construye entre un grupo de personas que hacen que funcione y se mueva, pero no siempre somos conscientes de todos los que existen, es verdad, y aunque muy pocas cosas pueden ser iguales en todo el globo terráqueo, es inimaginable lo interconectados que nos encontramos. Uno de tantos de estos lugares y del que se hablará es Paraguay, tierras escondidas y ocultas, inclusive para los latinoamericanos, perdidas en el mundo como un simple susurro del que no se sabe su procedencia, es sólo una incógnita para transportarnos a otro punto del mundo; Paraguay ocupa 406 752 km² de espacio en la tierra, y se encuentra ubicado al sur del continente americano, un pequeño lugar ante el gigante Brasil y Argentina, países que lo limitan junto a Bolivia en el noroccidente.
Ya ubicados en el espacio y hablando de lo inimaginable de las conexiones entre lugares, Paraguay es un país con un gran porcentaje de la población descendiente de europeos, sobretodo españoles e italianos inmigrantes que llegan a Sudamérica más que todo en le sigo XIX y XX, a pesar de ésto es un país considerado mestizo, una combinación de amerindios, guaraníes principalmente y europeos, que tras la llamada “La guerra de la triple alianza” tuvieron una considerable reducción de la población, que con la ayuda de los inmigrantes fue repoblándose paulatinamente. A pesar de esto, Europa es un continente poco contextualizado de lo que pasa en recónditos lugares de Latinoamérica como el mencionado anteriormente, existiendo un distanciamiento social, cultural, político, donde nunca ha existido una comunicación fluida que rompa esas fronteras, sino que al contrario acentúa aun más esa relación de extrañeza que existe entre continentes. Es ahora el cine que comienza a alzar la voz con nuevas historias que nos dejan romper un poco con esta falta de conectividad y deja atisbar nuevas fronteras idiomáticas y conocer nuevos paisajes narrativos en países tan alejados como Paraguay que aunque apenas despega su motor a narrar sus propias memorias, expande cada vez más sus imágenes con fuerza, dejando ver su propia cultura, sus colores, formas, lenguas y gentes, construyendo de a pocos el lugar importante que merece.
La película “7 cajas” de los directores Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori del año 2013, es un reflejo de esta fuerza, ésta expone en toda su extensión la esencia de la capital paraguaya, Asunción, la ciudad más poblada del país, y sobretodo del famoso mercado 4, uno de los lugares más tradicionales de esta ciudad, congregando en una sola historia cantidad de matices importantes de este lugar y sobretodo la identidad paraguaya. Esta película esta contada en un solo día de trabajo de un chico carretillero, Víctor, quien transporta mercancías dentro del mismo mercado, un ambiente cargado de texturas, colores, músicas en donde se mueve con el sueño de comprarse un celular con cámara de video, por lo que la trama da el primer giro cuando acepta un encargo de 7 cajas para transportar sin saber qué contienen, encontrándose con cantidad de obstáculos que le impiden llevar el encargo a su destino.
Una historia que surge de una atmósfera, de lo que se transpira al caminar por este mercado y verla es como estar caminando por éste mismo, la cámara que acompaña al protagonista inicialmente nos lleva a sentir toda la energía del lugar y las personas, con un toque de misterio y peligro es una película que trasgrede el genero de acción a la vida del barrio y la calle, a la gente simple que no tiene autos sino carretillas, menciona en la co-directora, mostrando la cantidad de culturas que puede reunir este lugar, con una notoria distinción de clases que se puede observar y más que todo escuchar a través del lenguaje que es lo más interesante, todos los protagonistas hablan la lengua guaraní o yoparán, lenguas nativas amerindias, las cuales solo las hablan las clases más bajas del la ciudad, las únicas que aun mantienen las tradiciones de sus antepasados, involucrando igualmente el tema de la crisis social, mostrando el ambiente de precariedad y pobreza en que se habita en estos lugares, que a la larga puede ser traspasado a cualquier ciudad de Latinoamérica, toda esa necesidad de trabajar, de conseguir dinero para sobrevivir, la corrupción que hay detrás sigue existiendo en muchos lugares, no obstante la película tiene un trasfondo que hace maravillosa la historia de su protagonista, y es la lucha incansable por un sueño, que constantemente se ve enfrentado a los deseos de codicia y dinero de sus antagonistas, pero es finalmente el coraje y la nobleza de Víctor que pringados con algo de ingenuidad, lo que lo impulsan a conseguirlo.
Es un film movido por esas pequeñas penas cotidianas, los grandes deseos, los amores, y la codicia, todo un universo dentro de un mercado donde todo se vende, se compra, se consume, se lleva y se trae, se pierde y se gana como en la vida misma, esta vez es la vida de un lugar que aun tiene mucho por contar, como dice la co-directora María Rossana Schembori “Paraguay necesita ser visto en el mundo. Tiene historias que merecen ser contadas”.
Natalia María Gil, nace el 22 de junio de 1990 en Medellín Colombia, comunicadora audiovisual de la Universidad de Medellín, ha tenido experiencia en el campo documental como investigadora, montajista y directora en la corporación Pasolini en Medellín, colectivo audiovisual e investigativo con un enfoque estético, ético y político fundamentado en la investigación socio-cultural en la ciudad de Medellín, además con proyectos en comunidades vulnerables en le tema de la comunicación para el desarrollo y la formación audiovisual Actualmente cursa un máster en cine documental en la Escuela de Cine de Barcelona.