La lucha del hombre por entender su existencia tiene un recorrido largo en la línea de tiempo. Hoy nos encontramos en medio de un mundo en el que nos obstinamos por hacer reinar a la obscuridad y el vacío, y la unica esperanza que nos mantiene a flote se debe a que sabemos que algo en nosotros está vivo y perdurará: nuestra propia capacidad de creación.
Por: Alessandro Mario Amabile
“Yo así espero que la historia pueda ver su sentido no en los pensamientos universales, pero que su valor sea propiamente el de parafrasar con espíritu un tema conocido, quizá ordinario, una melodia cotidiana, de elevarla, levantarla como símbolo universal, haciendo así intuir en el tema original todo un mundo con un significado profundo, de poder y belleza. Pero para este fin sirve sobre todo una gran potencia artística, un creativo asomarse a las alturas, una inmersión amorosa en los datos empíricos, continuando a inventar sobre dichos datos – para hacer esto se requiere sin duda de objetividad, pero como cualidad positiva.”
Antes de hacer una explicación detallada y enunciar el Neo-Futurismo, creo sea obligatorio dar un contexto histórico, social y filosófico al mundo en el cual esta idea nace, toma forma y finalmente madura en una expresión cultural que quiere ser genuina y sobre todo real, siendo entonces necesario realizar un paralelismo histórico hecho para transformarla en algo absolutamente objetivo y tangible.
En un presente en el cual la conciencia colectiva y el sistema moderno están todavía filosóficamente anclados a la vuelta que el Nihilismo dió en el 1885 (Kierkegaard y más tarde Nietzsche: “European Nihilism”), según el cual el ser humano, siendo terrenal, limitado culturalmente y físicamente, no logrará nunca la objetividad total, donde entonces cualquier filosofar sobre la vida es inútil, siendo en realidad solo una ridícula batalla contra los molinos de viento: La existencia humana está privada de cualquier sentido o fin, cada moral parece perdida y vaciada del valor que una vez fue su esencia. Pero el verdadero problema, todavia más profundo es que:
“Que los grandes momentos en la lucha de los individuos creen una cadena, clara y grande, es este el pensamiento fundamental de una fe en la humanidad que se expresa a través de la exigencia de una historia monumental. El camino que la grandeza tiene que cruzar para obtener la imortalidad. ¡Pero este camino pasa a través de cerebros humanos! A través de cerebros de animales con miedo y con una vida corta, que se encuentran siempre enfrentando las mismas necesidades y que rechazan con fatiga, por un pequeño periodo de tiempo, la ruina.”
Entonces Nietzsche en “On The Use and Abuse of History for Life” se refiere a la interpretación de la historia, y más en detalle de la historia monumental, según el ser humano, donde el llamado es a la grandeza y a la eternidad de la vida, pero en la manera en la cual lo hace destruye también cualquier sentido histórico, volviendo entonces toda esta digresión inútil y subjetiva, siendo la historia nada más que una serie de grandes eventos desde siempre alimentados por generaciones de cobardes, de ser privada de cualquier sentido. La única posibilidad que nos queda aparentemente, como Niebuhr ha descrito una vez, es la de elevarnos a un punto de vista suprahistórico, y limitarnos a observar la historia desde el externo << Por una razón por lo menos >> el dice << La historia es útil: se sabe como también los espíritus más altos y grandes del género humano no sepan cuan fortuitamente su ojo cogió la forma a través de la cual ellos ven y a través de la cual ellos violentamente pretenden que todos vean >>. Pero si desde un punto de vista la única recompensa que nos queda es el logro obsesivo de la gloria, del derecho de un puesto de honor en el templo de la historia, desde otro, como seres suprahistóricos, no podríamos más experimentar ninguna seducción o pasión por vivir más y por colaborar en la formación de ella, por el hecho que hubiésiemos reconocido la única condición de cada suceso y estaríamos sanos de la tendencia de tomarla excesivamente enserio, pero el problema es que esta ironía de asomarse al mundo, para no arriesgar después de degenerar en la histeria del ego o en distracciones más bajas, debe en cambio poder saciarse de realidad, hechos y emociones*, sin los cuales nos transformaríamos en sociopáticos y expectadores pasivos de reality shows, quedándonos lejos de una compresión real de las cosas, del fervor pasional que, jugando un rol decisivo en nuestro input evolutivo, hace parte de nosotros y solo respetandolo podemos vivir con coherencia.
*Cuando se trata de un dilema impersonal, usamos principalmente la corteza pre-frontal y la corteza parietal posterior, responsables de la así dicha “empatía fría”, o sea las únicas que el sociopático usa tambien cuando se trata de discursos personales o de profunda naturaleza ética y moral.
Está claro entonces, como la ausencia forzada de valores nos transforma en seres apáticos a la deriva, seres que denigran sus misma existencia buscando la evasión de este último e inútil rol que le queda: Llevar adelante la historia, pasiva y monopolizada. Pero mientras el hombre ignorante toma demasiado enserio este lapso de tiempo, melancólica y ávidamente, los que supieron llegar al camino de la inmortalidad y la historia bajaron en la tumba con ironía. Después de todo ¿Qué había en ellos para enterrar? Nada más que lo que siempre los había oprimido. Tomemos por ejemplo a Sócrates y su método dialéctico: La ironía es la primera fórmula utilizada en sus dialogos psicopedagógicos y propedeuticos para elevar sarcásticamente a su interlocutor en una ficticia posición de superioridad y poderlo estudiar así con facilidad, para poder finalmente, con los datos en la mano, ganarle en astucia y desvelar la contradicción evidente de su grandeza. La ironía entonces, no sólo puede mermar y reducir a un juego la grandeza y la eternidad desde siempre buscadas por el hombre en la historia monumental, pero es también un arma dialéctica invencible. Es quizás la ironía del hombre histórico la respuesta más exacta si se intenta preguntarse cúal sea la objetividad humana ¿Cómo se puede entonces mantener intacta la ironía en un cuerpo de carne, una maraña de vanidad y bestialidad? Gracias a la certeza que algo vivirá, el monograma de nuestra más íntima esencia, una obra, una rara iluminación, una creación: Vivirá porque ninguna posterioridad podrá hacerla menos, en esta transfigurada forma la gloria es algo mejor que el más exquisito bocado de nuestro amor propio (como Schopenhauer la llamó en su colección de reflexiones filosóficas “Parerga end Paralipomena”). Pero esto no alcanza, lo que nos oprime quizás también más que nuestros sufrimientos terrenales es la incertidumbre en la muerte, no se trata sólo de dejar un legado o de mejorar las condiciones generales por amor o por una posible reencarnación, se trata también de quitar los velos del secreto que se esconde detrás de la existencia, el universo, el bien y el mal.